¿Cuál es el contexto en que aparece esta advertencia sobre los falsos profetas? La invitación a entrar por la puerta estrecha, y la advertencia de que también existe una puerta ancha, que no es otra cosa que la oferta del enemigo de nuestras almas, quien nos asegura que podemos alcanzar el reino de los cielos sin tener que sufrir todos los inconvenientes que trae consigo el camino de Cristo (comp. Mt. 7:13-14).
El Señor está persuadiendo aquí a Su auditorio a entrar por la puerta estrecha, porque a pesar de ser estrecha, es la única vía de acceso al reino de los cielos. Y es en ese contexto que dice en el vers. 15:“Guardaos de los falsos profetas”. De donde deducimos que la característica general de los falsos profetas es que prometen salvación, pero rebajando al mismo tiempo las demandas del evangelio.
Ofrecen salvación sin tener que entrar por la puerta estrecha ni caminar por el camino angosto.
Aquietan la intranquilidad de sus corazones con algo menos que una verdadera obra de gracia en el corazón; de manera que al final los pecadores se sienten tranquilos y en paz, a pesar de no ver en sus vidas las señales que acompañan el verdadero arrepentimiento y la verdadera fe.
Aquietan la intranquilidad de sus corazones con algo menos que una verdadera obra de gracia en el corazón; de manera que al final los pecadores se sienten tranquilos y en paz, a pesar de no ver en sus vidas las señales que acompañan el verdadero arrepentimiento y la verdadera fe.
¿Cuáles son los pasos que debe dar el pecador para entrar por la puerta estrecha? Arrepentirse de sus pecados, y creer en Cristo; tomar la decisión de divorciarse de su vida de pecado, y abrazar a Cristo tal como es ofrecido en el evangelio: Como el Sacerdote que te redime, como el Profeta que te revela la voluntad de Dios, y como el Rey que gobierna sobre tus pasiones y deseos.
Ese es el mensaje claro que encontramos en todo el NT (comp. Mr. 1:14-15; Hch. 20:18-21). Cualquier persona que enseñe un camino diferente para llegar al cielo que no sea a través de esa puerta estrecha del arrepentimiento y la fe, es un falso profeta aunque cite media Biblia en cada sermón.
La salvación que Cristo ofrece al pecador por medio de la fe no es simplemente un pasaje gratis al cielo, sino reconciliación con Dios y la liberación del dominio del pecado sobre nuestras vidas. Incluye el destronamiento del pecado y la entronización de la gracia, como dice Pablo en Rom. 6:14: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Si estáis bajo la gracia el pecado no puede seguir reinando. Luchamos diariamente contra él, sigue siendo nuestro enemigo, pero ya no es nuestro rey. Y en ese mismo capítulo de Romanos, en el vers. 20, dice Pablo:“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna”. ¿Quiénes son los que tienen como fin la vida eterna? Aquellos que tienen ahora por fruto la santificación porque han sido libertados del pecado.
El falso profeta excluye de su mensaje este aspecto esencial del evangelio. Entretienen a los hombres con diversos temas, algunos muy útiles por cierto, pero no les hablan del arrepentimiento, no los enfrentan con sus pecados, no les hablan de esa fe en Cristo que nos lleva a abrazarlo tal como Él es ofrecido en el evangelio; no sólo como nuestro Sacerdote, sino también como nuestro Profeta y como nuestro Rey.
En otras palabras, introducen su veneno a través de lo que dicen, pero también a través de lo que callan (comp. Ap. 22:18-19). Ellos no echan a un lado la Biblia completamente, pero le añaden y le quitan. Mantienen ciertas cosas esenciales de la Biblia, hablan de Cristo, de Su muerte en la cruz, de confiar en Él; pero todo esto viene a ser en su predicación un conjunto de frases sin sentido. “Debemos confiar en Jesús”, “debemos dejar que Jesús guíe nuestros pasos”, “debemos tener un encuentro personal con Jesús”.
Todo eso suena muy bien, pero ¿cuáles son las implicaciones prácticas de esas cosas? ¿Qué significa la guía de Jesús sobre nuestras vidas? ¿Cómo me afectará esto en mis negocios, en mi relación con el mundo que me rodea, en el uso de mis bienes? ¿Qué significa realmente confiar en Jesús? ¿Cuáles consecuencias vendrán a mi vida por confiar en Él? Esa es la parte que el falso profeta prefiere callar. Es por eso que el ministerio de los falsos profetas generalmente resulta muy consolador al principio.
Con esto no estoy diciendo que los verdaderos predicadores no deban consolar con la Palabra de Dios. Gracias a Dios que en la Biblia encontramos textos tan consoladores como Rom. 8:28 o el Salmo 23. Pero noten que la Biblia consuela al que debe consolar. Pablo señala en Rom. 8:28, por citar un texto, quiénes son los que tienen derecho a ampararse en esas palabras tan consoladoras: “Los que aman a Dios”. Y ¿quiénes son los que aman a Dios? El Señor responde a esto en Jn. 14:21-23: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. El falso profeta se limita a citar la consolación, pero no lleva a su auditorio a examinar con objetividad sin tienen derecho a apropiarse de tales promesas.
En Jer. 6:14 el Señor nos advierte que los falsos profetas “curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz”. Eso es lo que el pueblo quería oír, y por lo tanto es lo que los profetas falsos les decían (comp. Is. 30:9-10). Ahora, imaginen el contraste entre el mensaje de estos hombres, siempre tan consolador, tan tranquilizante, con el mensaje de Isaías (comp. Is. 1:10-18). Mientras los falsos profetas decían al pueblo que todo estaba bien y que no tenían nada de qué preocuparse, Isaías les decía que ellos no tenían garantía alguna de tener sobre ellos la bendición de Dios, mientras establece la base apropiada para recibir la bendición divina (comp. Is. 1:18-19).
Y ¡cuántos van hoy camino al infierno, tranquilos y confiados, sin haber entrado nunca por la puerta estrecha del verdadero arrepentimiento y la verdadera fe, y sin estar transitando por el camino angosto de una vida santa! Prestaron oídos a estos falsos profetas que hablan de paz cuando no hay paz, y ahora caminan tranquilos hacia las llamas del infierno (comp. Ez. 13:21-23). No son pocos, sino muchos, los que el día del juicio escucharán aquellas solemnes palabras del Señor: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores del maldad” (Mt. 7:23).
La Biblia advierte que muchos se enfrentarán con la muerte sumidos en una falsa paz; si no deseas pertenecer a ese grupo asegúrate de haber entrado por la puerta estrecha, y de que estás transitando en estos momentos por el camino angosto.
Los falsos profetas no parecen falsos
Como vimos en el artículo anterior, el Señor nos advierte en Mateo 7:15 que tengamos cuidado de los falsos profetas “que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”. Estos individuos no llegan con una tarjeta de presentación que dice: “Fulano de tal, falso profeta”. No. Son lobos disfrazados de ovejas; hijos del diablo que parecen hijos de Dios. En la Biblia se usa el símil de la oveja para señalar a los creyentes. Estos hombres parecen ser lo que no son. Externamente lucen como personas mansas, gentiles, inofensivas. Parecen ser ovejas. Pero son como los lobos, animales feroces, carnívoros, que una vez alcanzan su presa la despedazan por completo.
El lobo no existe para otra cosa que no sea para eso. Usted no puede usarlo de mascota en la casa, no puede comer su carne; esa bestia está ahí, y nosotros debemos cuidarnos de ella. Así también debemos cuidarnos de estos hombres, que no existen para otra cosa que para extraviar las almas de aquellos que son despertados por la predicación del evangelio, que se colocan junto a la puerta estrecha, para hacer todo lo que pueden para impedir que los pecadores entren por ella.
Se ven inofensivos, mansos, gentiles, pero el Señor nos advierte aquí que si caemos en sus garras nos devorarán. En Rom. 16:17-18 el apóstol Pablo, no solo advierte, sino que ruega a los hermanos mantener sus ojos abiertos, debido al enorme peligro que representan estos hombres: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”.
Las palabras de estos hombres son suaves, fáciles de tragar. Pablo usa allí una palabra griega compuesta:chrestologia, de chresto que significa “útil, buena, beneficiosa”, y logia que significa “discurso”. Ellos no vienen a nosotros diciendo: “No creo que la Biblia es la Palabra de Dios”. Vienen encubiertamente, hablando de cosas que nos parecen útiles. Y con esas palabras suaves, dice Pablo, “engañan los corazones de los ingenuos”. ¿Cómo podemos, entonces descubrir a los falsos profetas? ¿Qué distintivo tienen? Eso es lo que espero tratar en el próximo artículo, si el Señor lo permite.
"Todo pensamiento cautivo"
El lobo no existe para otra cosa que no sea para eso. Usted no puede usarlo de mascota en la casa, no puede comer su carne; esa bestia está ahí, y nosotros debemos cuidarnos de ella. Así también debemos cuidarnos de estos hombres, que no existen para otra cosa que para extraviar las almas de aquellos que son despertados por la predicación del evangelio, que se colocan junto a la puerta estrecha, para hacer todo lo que pueden para impedir que los pecadores entren por ella.
Se ven inofensivos, mansos, gentiles, pero el Señor nos advierte aquí que si caemos en sus garras nos devorarán. En Rom. 16:17-18 el apóstol Pablo, no solo advierte, sino que ruega a los hermanos mantener sus ojos abiertos, debido al enorme peligro que representan estos hombres: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”.
Las palabras de estos hombres son suaves, fáciles de tragar. Pablo usa allí una palabra griega compuesta:chrestologia, de chresto que significa “útil, buena, beneficiosa”, y logia que significa “discurso”. Ellos no vienen a nosotros diciendo: “No creo que la Biblia es la Palabra de Dios”. Vienen encubiertamente, hablando de cosas que nos parecen útiles. Y con esas palabras suaves, dice Pablo, “engañan los corazones de los ingenuos”. ¿Cómo podemos, entonces descubrir a los falsos profetas? ¿Qué distintivo tienen? Eso es lo que espero tratar en el próximo artículo, si el Señor lo permite.
"Todo pensamiento cautivo"